*
Tu lengua recorrió
todo mi espacio
y tus ojos miraron mi universo
de geisa consagrada a los enigmas.
Me acariciaste suave con tus dedos
en cráteres lunares
y allí tú me invitaste a tomar néctar
de diosas embriagadas entre sílabas.
Nos fusionamos cálidos en un cuásar radiante,
mientras la lluvia fina
calaba mi cabello y mi vacío océano
se alegró en arrecifes de coral.
Me entregaste del mundo el magma incandescente
y allí mi ser bebió en tu diccionario,
alzando los pronombres desde el agua.
Depositaste el verbo en mi interior,
mientras yo te doné mis adjetivos
y de la unión amada nos nacieron
los nombres de los sueños.
Ana Muela Sopeña
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