sábado, 14 de junio de 2008

LATIGAZO

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LATIGAZO

La mirada nocturna de los barcos
me hizo sospechar
que tú no estabas en el lugar de los sueños,
sino en un acantilado de sollozos,

esperando la señal inmarcesible
de un sentido que inundara
los vestigios de la sombra.

Esa alarma o sonido casi oculto
enmarcado en un código de espíritu
que te hiciera tras milenios, años, eras,
sentirte aceptado como carne,
sin virtudes, sólo piel, huesos e instinto,

como un monstruo que pidiera una caricia
antes de recibir el latigazo
o la muerte, o la noticia ya temida...


Ana Muela Sopeña

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