*
Las ciudades me piensan por la noche
y me piden licencias de erotismo,
para acechar tus claves en la sombra.
Por calles y por plazas aterrizo sin máscaras
y contemplo tu vuelo solitario.
Habitas en los nombres de las cosas
y en las palabras fértiles de arena,
en rostros de mujeres...
Te inclinas sobre aceras en plegarias
y en música del agua primigenia,
en el silencio abierto de lo oscuro.
Los tejados protegen mi desastre,
mi ruina emocional en esta Tierra
y gorriones amigos de los rayos
me llevan por senderos incontables.
Esta ciudad me atrapa como enjambre,
su bullicio, sus coches, su misterio
y me enseña que todo es espejismo,
el amor es quimera casi siempre.
Ana Muela Sopeña
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