*
- Madre,
sólo he sido mujer,
el amor me envolvió con sus hechizos.
- No eres, ya no existes,
eres la mancha inmunda, el oprobio.
- Madre,
te busco y no te encuentro.
Tan sólo amé a un hombre.
- Tú eres la vergüenza,
no puedes ya seguir con dignidad,
la muerte es de justicia tu destino.
- Madre,
concédeme un milagro, por mi hijito,
que pueda tener a alguien.
- Oculta sin la luz,
llegar a ser dolor.
La Ley Saria no puede perdonar.
- Madre,
que el mundo ya me absuelva.
No hubo lujuria, todo fue amor.
- Todo es lujuria si no hay matrimonio.
- Madre,
las lágrimas no pueden
abandonarme en este oscuro infierno.
- Ahora eres libre,
una lluvia de nombres te ha salvado.
Ana Muela Sopeña
Este poema está dedicado a todas las mujeres que aún son condenadas por la Ley Saria a la Lapidación. Algunas de ellas se salvan gracias a las firmas de personas de todo el mundo que están en contra de esta tradición.
viernes, 25 de julio de 2008
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