martes, 26 de agosto de 2008

DESNUDEZ DE LA TARDE

*
El cadáver de la tarde
me arrastraba hacia el océano,
en sus manos sumergidas
en las tinieblas del tiempo.

A lo lejos pude ver
blanca luz en el crepúsculo
inundada de belleza,
como atisbando otro mundo.

En un naufragio de fuego
divisé un barco a distancia
y me apresuré a salir
entre las algas del agua.

Resultó ser espejismo.
La desnudez de la tarde
me trajo en bandeja un sol
enamorado del arte.

En un abismo de ónix
se suicidaron los pájaros,
pero yo quise ser nube
y me convertí en un árbol.


Ana Muela Sopeña

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