jueves, 21 de agosto de 2008

HORMIGUERO HUMANO

*
En el umbral del viento
las hormigas cerraron su hormiguero
a aquellos seres nube extraños al silencio.

En medio de su orden y su caos
la reina-hormiga hablaba de poder.

Las obreras querían contentarla
ofreciéndole todo su trabajo
y no se permitían disentir,
tenían miedo al caos.

Y los zánganos hacían de las suyas
tomaban un daikiri
en la costa del árbol de la muerte,

con hembras súper rubias,
receptivas al negocio del reptil.

La reina no sabía que sus zánganos
se cruzaban con hembras de otra especie.

O no deseaba saber...

Y las obreras jugaban pasatiempos matemáticos,
para expresar su inteligencia emocional
de un modo correcto.

La reina precisaba
obreras que no fueran muy rebeldes
y zánganos que fueran mentirosos,

para seguir con la costumbre
de la organización
colectiva de los genes,
antiguos como el mundo.

El hormiguero humano
proseguía su giro casi atávico,
entre las cuerdas del mutismo
y el desastre del miedo a cambios drásticos.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Rosalia Linde dijo...

Menudo poemazo, Ana. Me quito la diadema ante ti, porque no tengo otra cosa que quitarme... Eres una maestra de la palabra , con un mundo poético increíble.
Un beso. Te sigo leyendo.

Rosalía

Ana Muela Sopeña dijo...

Rosalía, este poema lo he escrito para divertirme. Me alegra mucho que te haya gustado. Es una alegoría...A Eduardo y a mí nos gustaba mucho estudiar la vida de las hormigas, abejas y termitas. Tienen una organización social formidable. A veces, la organización social de dichas especies se me asemeja (en algunos aspectos) a la de los humanos. Por mucho que digan que nosotros tenemos individualidad, yo, a veces ,me lo cuestiono. El alma colectiva está ahí, no se puede negar...

Un placer verte entre estas letras.
Un beso grande, amiga poeta.
Ana