*
En las tinieblas de la noche
divisé una salida.
Tu corazón triste de arácnido
se quedó solo en el destierro.
A veces indagué en tu tiempo de ocio
y otras inventé tu realidad.
La niebla me mostró un oculto rostro
de tu vida doblada por vacíos.
Entonces contemplé la inmensidad
de tu existencia sin raíces.
Ana Muela Sopeña
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