*
La lluvia de tu mundo
me seduce con ramas de los árboles,
entre suaves crepúsculos de luz
y con sombras filtradas por los pájaros.
Deambulo entre las rosas
por senderos de grillos y de hormigas
hacia campos de trigo
que me hablan de la magia de la Tierra.
El alba me sorprende
con los cantos mistéricos de un ave
consagrada a la vida del espíritu.
Las hojas del otoño
perturban la armonía de mi alma.
Compruebo que vivimos
despidiéndonos siempre.
Pero también podemos
habitar en saludos
y dar la bienvenida a lo que existe,
con la alegría eterna de estar vivos.
Ana Muela Sopeña
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