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La infancia en toboganes ya se fue,
por columpios amados de la infancia,
en los juegos de gozo y caballitos
o un camión de bomberos.
El diábolo fue siempre mi gran reto,
jamás logré bailarlo y recogerlo.
El ritmo de la comba me recuerda
un yo-yo que tenía con diez años
y partidas con lluvia de parchís.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
@ Ana, ¡qué hermosura!. Me gustaría regrear a quellos trances y encantamiento, tenemos mucho que recuperar y reconciliar. La vida también es un tobogán cuyos límites preferiríamos olvidar
Gracias, Nacho, por pasar por este poema. La verdad es que el mundo de la infancia es el mundo del poeta también, aunque de diferente manera.
El mundo del tiempo sin tiempo. Un mundo de contemplación a través del juego...
Un abrazo
Ana
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