domingo, 4 de enero de 2009

PINCELADAS

*
I
Árbol de ónix
en la noche abismal.
Alas de pájaro.

II
A veces la belleza es un naufragio
amparado en el mundo del silencio,
con iris ancestrales en crepúsculos.

III
Ámbar del tiempo,
azulados tus labios.
Gasa de seda.

IV
Antojos en mi piel de las edades
arribando a la isla del amor.
Tus párpados se cierran con el viento.

V
Ánsar de fuego
con la bruma de fondo.
Agua cristal.

VI
Azuritas en tardes primigenias
con el centro del orbe respirando.
Celeste el rayo lúdico de niebla.

VII
Aura sublime
cuando suena la música.
Garganta de oro.

VIII
Anaranjados,
cataratas y lluvia.
Torrentes fríos.

IX
Abrazos del océano dormido,
guaridas animales sin temor.
Avance de la escarcha en los arbustos.

X
Al sol de invierno,
guindas dulces de mar.
Calas de arena.

XI
Aldeas invisibles en tu piel,
gaviotas que se marchan de los círculos.
Golondrinas abiertas al destino.

XII
Amantes híbridos,
gatos blancos sin hielo.
Trucos de magia.

XIII
Amaneceres rojos sobre el río
tamizado de nubes y de brisa.
Arcángeles en campos de maíz.

XIV
Astros distantes
tangentes al relámpago.
Cielos sin humo.

XV
Alféizares con flores y un gorrión,
témpanos en silencio sin olvido.
Guitarras encantando a la galaxia.

XVI
Amor sin tiempo,
triunfante en la madera.
Tilos, raíces.

XVII
Canción de nebulosas en la niebla
a punto de sentir el frío cósmico
al deslizar el dial de la galaxia.

XVIII
Cristal de cuarzo,
aritmética oculta.
Cítaras de oro.

XIX
Curiosidad de ángeles pintores
atrapando la luz en sus pupilas,
generando la fuerza de los vórtices.

XX
Cúmulos suaves
alterando el futuro.
Transmutación.

XXI
Cenizas de coral en tu piel blanca,
crisálida que busca la luz nívea.
Asteroides en rumbo simulado.

XXII
Cuásar radiante
como llama sin vértigo.


Ana Muela Sopeña

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