ALFABETO DE LOS ÁRBOLES

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Beth,
Abedul de los mares inocentes;
Luis,
Fresno Silvestre amado y licencioso;
Nion,
Fresno que vaga inmenso por el cielo;
Fearn,
Aliso sibarita y enigmático;
Saille,
Sauce demoledor y muy galante;
Uath,
Espino maquiavélico y sagrado;
Duir,
Roble que vuela absurdo sin escudos;
Tinne,
Acebo sanador de odios perdidos;
Coll,
Avellano reinante en islas blancas;
Ruin,
Vid que arrulla a los niños con sus hojas;
Gort,
Hiedra de hadas y elfos de los bosques;
Pethboc,
Saúco enano del mundo y de las ninfas;
Ruis,
Saúco etéreo y traslúcido sin plata;
Ailm,
Abeto renombrado y verde cobre;
Onn,
Tojo sublime y lleno de caricias;
Ur,
Brezo alado y tan dulce como nube;
Aeda,
Álamo blanco que entreteje lunas;
Idho,
Tejo tan malherido como Gaia.

El alfabeto mágico de árboles,
de la cultura céltica y arcana,
me asombra y entrelaza con las diosas
blancas de la ancestral hora de oro.

Cuando las energías de la tierra
eran visibles auras de semillas,
que caminaban diáfanas sin rumbo
hacia lugares plenos y sagrados.


Ana Muela Sopeña

Los druidas tenían un alfabeto de los árboles con el que investigaban
lo oculto de todas las cosas. Al relacionar lenguaje con naturaleza
accedían al conocimiento de los secretos. Su cosmovisión del mundo
estaba en consonancia con la Diosa Blanca, protectora también de los poetas.