*
Él recorrió las calles con su herida,
para salir de un mundo de cristal,
en lugares abiertos al espacio
y al tiempo consagrado
a la memoria.
Ella se sumergió bajo la lluvia,
en nubes adheridas a la nada,
con algodón de azúcar
en sus manos.
Ellos fueron mojándose
sin límites,
bajo la luna etérea de la noche.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
ninguno de los dos habló, ninguno de los dos recordó todo estuvo vivo y muerto desde el principio
Sí, así es, Nacho.
Vivo y muerto desde el principio, qué imagen...
Un beso
Ana
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