*
Aquella tarde blanca y melancólica
sentí que la belleza sumergida
en lagos azulados
me llevaba hacia mundos intangibles.
Una voz susurrante
me habló de un paraíso de palabras
encriptadas en rocas de silencio.
En sílabas de magia y seducción
me sentí renovada.
Mas pronto me di cuenta de que todo
era tan sólo un sueño de la luna,
una quimera suave del enigma.
Ana Muela Sopeña
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