*
Un océano izado en la distancia
entre niebla de amor y de lujuria,
silente como brasas en invierno,
oscuro cual radar a la deriva.
Un mundo seducido por las voces
con sal enamorada de los pájaros,
en versos obligados al naufragio,
por acentos esdrújulos y agudos.
La línea que demarca nuestra historia
atraviesa el sendero de la herida,
en el frío mezclado con el agua.
Tu bruma subterránea en el abismo,
con la sombra realiza su acrobacia
y nadie se sorprende con el juego.
Ana Muela Sopeña
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