*
Mirar la muerte
con las manos atadas a la espalda
y soñar que antes
habitábamos las noches
con los insomnios ya curados.
Mirar la vida,
con los ojos escondidos en las grutas del deseo.
Mirar la nada,
cuando alquien se ha marchado
sin poder despedirse.
Mirarlo todo
desde la inmensidad del universo
que solloza
pidiendo
sólo un minuto más...
Ana Muela Sopeña
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