*
Deliberadamente él no quería
hablar en la distancia compartida,
por ello delegaba en una máquina
la tarea de no estar casi nunca.
Un día y otro día era la máquina
quien siempre contestaba a las llamadas.
La máquina era siempre la encargada
de filtrar el anhelo y el temor.
Un día ella, cansada de hablar siempre
con una voz grabada,
olvidó su teléfono en un círculo...
Ana Muela Sopeña
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Cuánta realidad encerrada en estas palabras, me gustó, un poema muy urbano pero muy revelador.
Un besote.
Gracias, Darthpitufina. ¿Quién no se ha encontrado llamando innumerables veces a un móvil que siempre está apagado, fuera de cobertura, etc...y una voz de buzón de voz que dice que dejes el mensaje y el destinatario o destinataria jamás devuelve la llamada? Es una situación surrealista, pero muy real, me parece. Y luego la persona dice que no se ha enterado de nada. Que tenía el teléfono estropeado, que lo perdió, que se lo robaron, que cambió de número y un sin fin de excusas...
Gracias por pasar.
Un beso
Ana
Publicar un comentario