*
La niña va avanzando en su triciclo
bajo nubes con formas de animales,
con la piel arropada por la niebla
y la lluvia adherida a sus secretos.
Por toboganes rojos se desliza
evitando el terror de la locura,
la incertidumbre única del tedio,
entre árboles dormidos en su mundo.
Se sube a los columpios
y monta en bicicleta,
mientras un aguacero vence al día.
Entre lunas de azúcar
y papeles en blanco,
su infancia se diluye entre la arena.
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Has puesto un toque de luz a esta mañana gris.
Gracias. Bellísimo poema.
Mil besos. Soco
Gracias, Soco, me alegra que este poema te haya gustado.
Un beso
Ana
A mi no solo me gusto , me encanto, enserio, imagenes poderosas, sos una poeta jugada,bello en serio el poema, che. por un momento me recordaste a Shepard.
Gracias, Matías. Me agrada mucho que este poema te haya gustado.
Un abrazo grande
Ana
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