*
La niña en el espejo de la sombra
acude cada día a mi portal
y sube jadeando hacia otro mar,
por la calle divina de la rosa.
La niña va jugando con las olas
con el alma que baila entre la sal,
para soñar despierta con la paz
de la belleza lúbrica más rota.
La niña se restaura hacia la luz
con cantos del amor y de la muerte,
tejidos con las flores del deseo.
La niña se consagra al reino azul
y poco a poco se tranforma en fuente
del agua subterránea en el deshielo.
Ana Muela Sopeña
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