domingo, 20 de septiembre de 2009

HORAS DE LA SANGRE

*
El tiempo de la herida
se abre nuevamente
cada vez que un planeta
se sale de su órbita.

La niebla se hace sombra en lágrimas de lodo,
por tardes inconclusas y crepúsculos ebrios.

Las horas de la sangre
atormentan mi noche
y apátrida me siento,
separada de todo.

Un espacio de hielo escinde nuestra línea,
en países distintos, con fronteras de escarcha.
Un iceberg antiguo amenaza hundimiento
de la nave de sueños que lleva nuestros signos.

Tan sólo una palabra
podría detener la glaciación.


Ana Muela Sopeña

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