*
Parece que la niebla me posee
de noche, entre la lluvia silenciosa,
por eso yo te escribo sin temor.
La belleza es un niño muy travieso
que ama el tiempo oscuro, sin clepsidras.
Hasta el lago en espejo de nenúfares
las nubes idolatran mi lujuria.
Amparo extraños sueños en mi piel,
para mi pacto libre con la vida.
Quisiera, si es posible, alguna vez
gozar desde tu abrazo en el mutismo,
custodiar el averno con tu apoyo,
mirar umbrales níveos de tu mano.
Pero si no es un ámbar mi utopía
y debo conformar una palabra
entre tu alma de luces y mi sombra
aceptaré la letra y huiré
al territorio mundo, onda del verso.
Ana Muela Sopeña
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