domingo, 18 de octubre de 2009

GUARIDA DE HIELO

*
Aquel hombre enhebraba
los hilos de la muerte,
para soñar crepúsculos
en medio de los duendes.

Su guarida de hielo
se llenaba de lava,
cada vez que la noche
traía una palabra.

Al saber de su pánico
envuelto entre la seda,
intentó estar oculto
a caballo en la niebla.

Un día del otoño,
sabiendo que los mundos
crecían invisibles
con árboles y búhos,
detectó entre las cuevas
las sílabas del humo,
vislumbrando despierto
la belleza de un junco.

Aquel hombre tan solo
descubrió que la bruma
era sólo una luz
en medio de su ruta
y procuró mirar
más allá de la oculta
enredadera negra,
oscura en sus dos grutas.


Ana Muela Sopeña

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