*
Me entrego a las mareas
de tu piel consagrada a diosas frías,
abrazando las lluvias del exilio.
Desciendes por mi vientre
y acaricias el alba
que se esconde en los árboles
o en la distancia abierta de las sombras.
Me rozas sin tocarme
con tu aliento infinito,
sublime por la luz,
en el ojo sagrado del azar.
Te susurro palabras
del diccionario de la sangre,
en sílabas volcánicas
y letras dibujadas por el hielo.
El magma de la herida
se mixtura con signos del umbral.
Las consonantes dúctiles de arena
señalan costas de la muerte
en naufragios de mundos invisibles.
Me deslizo a tu esfera
bañada por las aguas del silencio.
Ana Muela Sopeña
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