*
Me descubrí mirando
mi sombra en el espejo,
escondida en los pliegues de tus manos
y no supe que todo era un delirio.
Avancé por la niebla
hacia una realidad insustancial,
donde árboles del sur
pedían que la lluvia los violara.
Me inicié en el ritual de los espíritus,
con tambores de ritmos ancestrales
que sonaban lejanos,
en mundos sin raíces.
Acudí a las estatuas y a las fuentes
y hablé de los enigmas invisibles,
con almas diluidas en la bruma.
Expresé en sueños lúcidos
esa necesidad de ser real,
pero tú no escuchabas,
habías elegido, más allá de la sombra,
los entornos virtuales como hogar.
Ana Muela Sopeña
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