*
La luna en su escondite
contempla la ebriedad de mis sentidos,
cuando rozo tu piel en noches claras.
Una galaxia cóncava
se atreve, en espejismos,
a entregarte mis labios en susurros.
Nebulosas que saben de lujuria
divisan las imágenes del pánico
y te atrapan con miel de un sueño lúcido.
Supernovas amantes del placer,
en visiones de mundos seducidos,
me dejan ver tu rostro sin la sombra.
Un cuásar amarrado
a los abismos
sacude con temblor los ojos de la diosa.
Los púlsares me llevan a tu lado
entre plumas de pájaros errantes,
mientras miro tus párpados de acero.
Ana Muela Sopeña
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