*
Los poemas se resguardaban
de la lluvia,
bajo una marquesina de autobús.
No querían enfriarse.
De pronto la marquesina
se rompió,
los poemas empezaron a mojarse
y se acatarraron.
Los poemas tosían y tosían
y nadie lograba
que dejaran de toser.
Ana Muela Sopeña
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario