jueves, 18 de febrero de 2010

ORFANDAD DE LA NIEVE

*
La orfandad de la nieve
permite que las calles
se delaten con tiempos invisibles
sobre un exilio amargo.

Un hombre solo
por la ciudad dormida
que siente interiormente
el pulso contenido de la noche.

Recorre los lugares conocidos,
rincones familiares,
y va dejando huellas en esquinas
mientras le parpadean los semáforos.

No sabe si está ebrio,
si la vida es un sueño o un teatro
o si él ya se encuentra en otro mundo.

Y su paseo es sólo fiel reflejo
de los años vividos sin pasión.

No sabe si está vivo o está muerto,
sus pájaros sonámbulos
le avisan desde el sueño.
Y su reloj biológico
dispara su cronómetro en lo oscuro.

El hombre mira el móvil
con todos esos números
que cada día le hacen señas,
pero se siente solo, casi apátrida.

Y sigue caminando sin destino
por trampas con chacales y con lobos
hacia la incertidumbre de la nada.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Marian Raméntol dijo...

La soledad, eterna invitada de honor en lo poético y fotografiada por tí, en un cuadro que sólo tú puedes crear.

Besos
Marian

Ana Muela Sopeña dijo...

Marian, es un placer verte por aquí.

Un beso
Ana