*
Un hombre prendido de una rueda
giraba sin descanso por el lodo.
Tan pronto era Romeo
como el príncipe Maquiavelo.
Sus cambios eran siempre impredecibles
y todo se marchitaba a su paso.
Un día se transformó en un río
y todo fue belleza sin conflicto.
Ana Muela Sopeña
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