*
Yo tenía dos hombres
en el acantilado brujo de lo oculto
y todos los días les daba
el alimento del pájaro errante
que habita en el sueño extraño de la muerte.
Me querían desnuda y silenciosa,
para ejercer el voyeurismo más atávico.
Yo tenía dos hombres
que fueron convertidos en gaviotas
y ahora desayunan cada día
visiones de conjuros y aquelarres.
Yo tenía dos hombres
que viajan con el viento sideral
hacia los precipicios de Saturno.
Ana Muela Sopeña
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