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En la infancia las horas son de juego,
después vivimos siempre un gran amor
que desemboca pronto en el dolor
con una sensación densa de ruego.
El carácter se forja con el fuego,
escapando sin tregua del temor
y persiguiendo en vano nuestra flor
que más tarde encontramos como espliego.
Prosigue la locura de la vida
que nos permite ser fuera del hambre
y transformar la noche en dulce lirio.
Pensamos cada etapa, cual partida,
en lucha furibunda contra enjambre
de visiones terribles en delirio.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Ana, espectacular soneto
Bellísimas rimas, muy bueno, mucho
Me encantó leerlo contigo
Un abrazo poeta
Te quiero muchísimo
Rosa
Rosa, me encanta verte entre mis versos.
Un beso, amiga
Ana
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