*
Caminas lentamente
por la ciudad que sueña en su penumbra
y divisas la noche con sus sombras.
No olvidas el destino
que sale a saludarte como un ente,
desdoblado en diversos fotogramas.
Recuerdas las etapas
de tantas experiencias de tu historia
y te preguntas siempre:
¿por qué a mí?
Y no existen respuestas definidas.
Quizás todo empezó en otro mundo
como un reto de fuerza o de destreza.
Nos preguntamos siempre
¿por qué somos las víctimas
de estos juegos al límite del vértigo?
Pero no somos víctimas,
aprendemos de todo en nuestra biografía.
Los hechos más dispersos
acuden a nosotros
y completamos siempre las lecciones a golpes de crudeza.
No sabemos motivos,
ignoramos finales, desenlaces.
Tan sólo somos dueños con certeza
del momento presente,
de la respiración
y la vida que busca un tiempo más amable.
Ana Muela Sopeña
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