*
La voz del ángel
te susurra al oído melodías
que te recuerdan siempre
caballitos de infancia, las bengalas,
la peonza o el diábolo.
Regresas a esos años tan amados,
cuando el sonido íntegro del mundo
era liberador.
Todo nos asombraba,
la alegría era simple:
respirar en lo nuevo cada jornada eterna.
El llamador de ángeles yin yang
equilibra tu espacio
y te permite ser mujer de nácar.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Fantastico. Para que decir más.
Un abrazo.
Perfecto, me alegra que te haya gustado.
Un abrazo
Ana
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