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A Pere Bessó, aliado en la palabra
En un caleidoscopio de colores
un niño consagrado a los enigmas
se ampara en el cristal de la leyenda.
Perenne en su habitáculo de niebla
se sube al árbol lúdico del mundo
y descubre que todo es fantasía.
A través de palabras y de juegos
ese niño se enreda en un tablero
con duendes y con hadas sumergidos
en el bosque de moras.
Ataviado con capa
de un elfo ya perdido en el ensueño
el infante terrible se abandona
a la contemplación de la locura.
De pronto entre visiones sabe ser
un adulto sin miedo
y se lanza al vacío sin escudos,
para renacer en el intento...
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Gracias, Ana.
Te agradezco tu lectura de mi poema, y que te sirva de inspiración. A los dos, pues, nos marcó el niño terrible de Rimbaud antes que Genet.
Un abrazo.
Pere
Me alegra, Pere, que te haya gustado el poema.
Rimbaud, sí y toda la mitología de los duendes, elfos y hadas...
Una abraçada
Anna
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