*
Una luz mortecina
entre las cuevas lúdicas de noche,
donde la piel se viste
de extrañeza distante, juego y sombras.
A caballo en montañas de la luna,
para sentir el cuerpo de los mundos
entre aguas silenciosas y terribles.
Danzando en los teatros de las calles,
donde un faro de voces nos sorprende
con la música quieta del verano.
Y sigue la comedia del bullicio
en los ojos de un sátiro durmiente.
El misterio se abisma en lejanía
mientras la niebla etérea nos confunde.
Ana Muela Sopeña
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