*
Antes de que la vida le mostrara
las cuevas de la noche
buscaba esa luz que lo amparase
en cabañas de niebla.
Seducido ante el ritmo y la elegancia
inició el ritual
que lo condujo a un túnel sin salida.
Síndrome de Estocolmo
puede ser
ese oscuro atavismo que le frena.
La tristeza no sabe de raíces,
el viento le delata interiormente
y la respiración se va calmando
con frases adornadas por el sueño.
Ana Muela Sopeña
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