sábado, 16 de octubre de 2010

SELVA DE CEMENTO

*
La selva de cemento nos absorbe
con sus brazos de acero
en edificios sobrios y desnudos.

Nos dicen que lo óptimo
es hacer lo que hacen los que imperan
y ya desde la cuna los espejos
nos hacen imitar a los mayores.

Pero todo es mentira.

No sirven para nada
esas normas caducas y sin vida.

Precisamos lanzarnos al vacío
para desarrollar al creador
y al amante perfecto
que todos hemos sido
antes del nacimiento en esta Tierra.

Vincularnos a todo
con el Aleph oculto en nuestras células.

Sentir el universo en nuestra piel
y saber que este mundo es también nuestro.

Salir del victimismo
y asumir la belleza de la luz,
con el poder de ser hombres, mujeres,
fértiles, creativos y potentes.

Despedirnos de esa indefensión
que nos deja sin fuerza
para las decisiones importantes.

Asumir nuestro centro
exorcizando al monstruo de la sombra.

No somos unos números sin alma,
aunque algunos así lo crean ya,

somos la creación inquebrantable
que muchos olvidaron
en la escuela, familia, calle, empresa.

Retumban los recuerdos
del útero materno en estos días.

Algún día el humano
nacerá a la conciencia de ser alguien,
capaz de ser feliz y de crear:
volviendo al sueño lúdico
de su espíritu eterno de la infancia

y amará sin chantajes ni sobornos
desde la libertad de la consciencia...

y la respiración será esa aliada
capaz de devolvernos el placer
de vivir el instante, sin embustes.


Ana Muela Sopeña

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