domingo, 24 de octubre de 2010

TODOS QUEREMOS SER LOS ÚNICOS

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.....Las calles con sus gentes van tragándose el sinsentido absurdo de la vida, donde todos queremos ser los únicos y apenas nos miramos con el fuego. El instinto reclama ya su espacio en esos territorios de la urbe donde los ojos buscan el contacto, para soñar que existen como humanos. La ciudad me devora como araña con su boca gigante, más allá de la lluvia melancólica, en las aceras frías de metal. La ría con sus grises se resiente cada vez que un crepúsculo nostálgico nos entrega los barcos exiliados que nos recuerdan siempre el viaje a Ítaca. Lo invisible se torna muy visible entre calima suave y edificios que nos marcan las rutas de lo álgido, para soñar con mundos de utopía. Cada jornada es dueña de las horas que nos enseñan campos sumergidos en azares de reinos casi atávicos con posibilidades de retorno. La mentira domina entre las plazas y en los portales llenos de silencio que nos buscan con gritos de temor o con pánico exacto a lo prohibido. Entre tantas farolas yo te veo con tu sonrisa pícara y traviesa y me rozas las manos aunque duela que sólo en ratos cortos somos uno. Las veladas deslizan su tristeza en el otoño en sepia de los álbumes, donde muchas visiones en conjuro atraviesan los cruces con los árboles. Los transeúntes gritan en silencio reclamando su puesto en esta tierra, pero nadie los oye todavía porque todos son sordos por decreto. Y todos proseguimos en la cuerda, en el funambulismo de la luna, apreciando esa luz casi escondida que guardamos en cajas de penumbra con música del alba y del océano. Una mujer desnuda va girando sobre el asfalto oscuro de los parques y me recuerda imágenes pasadas, donde lo natural saltaba siempre. Un hombre sin destino va mirando la ciudad con su niebla entre la lluvia y se sumerge en cúmulos de acero, para sobrevivir con un buen nombre. Una niña pequeña mira el mundo con sus ojos de adverbios y adjetivos, buscando de la sombra su salida. Un niño con sus trenes de madera atraviesa el umbral de lo encantado en su búsqueda azul de los ensueños donde todo respira sin horarios. Los relojes asumen su misión de informarnos sin tregua sobre espejos, donde la realidad es el soporte que nos hace sentir que somos alguien.
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Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

estrella dijo...

Hola Ana!!
Somos únicos e irrepetibles,pero andamos sólos por la vida,aunque acompañados,estamos sólos con nosotros mismos en nuestros pensamientos e imaginamos un mundo donde la codicia,la mentira,la presión,no exista,donde tendamos una mano y halla quien la sostenga,donde nos regalen una sonrisa,una palabra sin esperar algo a cambio,donde encuentras un hombro cercano.

Pero la realidad,es otra y allá vamos todos como en manada.

Un beso

Ana Muela Sopeña dijo...

Bello tu comentario, Estrella. Agradezco tu paso por mis letras.

Un beso
Ana