*
A Rossana Arellano, como respuesta a su poema Nunquam Lumen, realizado en vídeo por Rosa Iglesias
Caminábamos descalzos
por los habitáculos pequeños, casi a oscuras.
Entonces de repente una luz
nos hacía consolarnos en la noche.
Y encontrábamos restos de comida
en algunos lugares sorprendentes
o comíamos sólo
en la imaginación y en la memoria.
Los más fuertes pensaban en la huída
y los demás
sólo queríamos dormir
en los eternos brazos del olvido.
Ana Muela Sopeña
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Chupabamos botones como si fueran manjar para mantener la esperanza en la mirada de los niños, entonces, el azul se extendia por sobre sus cabezas rapadas, cuando el olor intenso de los hornos retorcia el único hilo hacia la vida.
ANA: Muchas gracias
Mi mano extendida te ofrece mi corazón.
Un beso
Buenas noches
Ay, Rossana, tienes la capacidad de vibrar con el alma colectiva del mundo.
Sí, así lo siento yo...
Un beso gigante
Ana
Publicar un comentario