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Los nombres son conjuros de Calíope
que sabe del amor y de la muerte.
Adjetivos en sombra me recuerdan
a Euterpe cuando sale a pasear.
Pronombres de la luna de y los árboles
se endulzan con la danza de Terpsícore.
Los verbos con Urania en sortilegio
se visten con la túnica del alba.
Polimnia en los adverbios se refleja
en espejos que saben de la luz.
Conjunciones de mundos invisibles
con clío se retratan en la noche.
Y las preposiciones tan secretas
son códigos del agua y del Melpómene.
Los artículos miran la belleza
que en el ensueño Erato desdibuja.
Interjecciones dulces de las horas
hechizan la penumbra con Talía.
Ana Muela Sopeña
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