martes, 15 de febrero de 2011

UN HOMBRE SOLO

*
Un hombre solo
atraviesa las calles del temor,
para consagrarse al horizonte.

Consigue ser de fuego
e incendiar
la nostalgia con sus ojos
que respiran la luz en las pupilas.

Se duerme con el agua
en la melancolía de las horas.

Abraza pensamientos de lujuria
para no estar sin tierra.
Necesita enraízar su propio cuerpo
en el cuerpo de Gaia
a través de mujeres,
en la anomia perfecta, arcaica y lúdica.

Un hombre solo
se conecta al radar de la lascivia
para que las matrices de lo fértil
lo lleven por la senda creadora,
más allá de la herida.

Un hombre solo
transmuta los instintos en pasión,
se sumerge en cavernas
de creación continua.

Se transforma en artista,
más allá de lo ínfimo
que quiere reclutarlo como una subespecie,
y desliza su centro de energía
al corazón del mundo
que es su propio corazón.


Ana Muela Sopeña

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