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Escucho en el jardín el canto de los grillos,
en la papiroflexia del crepúsculo.
Una estación de luz gime y asombra
como un tango bailado en un andén,
cuyo tren ya no llega
porque olvidó su ruta en lo invisible.
Soy náufraga en el tiempo de lo oscuro
como un gorrión sin nido,
en la melancolía de la lluvia.
En mi viaje
llevo un cuaderno utópico,
para escapar con suerte del arácnido
que quiere destruir mi desnudez.
Recupero las letras de la infancia
y deambulo sin agua
por la orfandad de niebla.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Hermosísimo. Me inclino ante esa soledad que es capaz de traernos tan bellisimos versos.
Besos.
Perfecto, es siempre agradable tu paso por mi blog.
Un beso
Ana
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