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En el mundo del tiempo
los conjuros se olvidan
en la ciudad que guarda nuestra historia.
Vivimos experiencias novedosas
que parecen películas o sueños,
pero luego se van a alguna parte
extraña en los confines de la mente.
De pronto ya no existen,
no tienen peso ni raíces.
Todo lo que hace tiempo fue real
y mantenía en vilo nuestra atención diaria,
de pronto ya no es nada.
Arena y agua diluida en el recuerdo.
Sencillamente nada
en los diccionarios
de nuestra biografía personal.
Si casi todo llega a ser sólo esa nada
¿para qué preocuparnos?
Luchemos solamente por algo que jamás llegue a ser nada,
por ese centro inmóvil,
más allá de las modas o caprichos.
Nuestra cartografía más profunda
siempre tiene algún punto,
detenido en el tiempo y el espacio,
que sólo con la muerte dejará de ser algo.
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Aún no se ha penetrado -o no se han ocupado de ella- la fenomenología de la mente en ese punto que tú planteas, cómo algunas cosas que nos fueron vitales e importantes un día desaparecen sin más rastro que el vacío y su ausencia. Ciertamente, será bueno seguir tu recomendación.
Un abrazo.
Olvidar es importante para poder vivir. Tan importante es recordar como olvidar...
Un abrazo
Ana
Nunca sé, cual es la línea que separa el sueño de la realidad, o me empeño en no saberlo.
Es difícil saberlo ya que nuestra mente interpreta a todas horas.
La percepción pura, sin interpretación de la realidad ¿se puede dar? Yo creo que no.
Un beso
Ana
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