*
En la senda dormida
tu piel aguarda siempre mis señales
mientras danzo desnuda hacia tu encuentro.
Mis ojos se deleitan con tus ojos
y voy detrás de un biombo,
para esconderme de tus labios.
Una estación de luz gime y desea
mis manos en tu sombra.
Equinoccios sonámbulos aprecian tus pupilas
en esos pergaminos escondidos
que aparecen sin pánico en los sueños.
La espuma del océano
me recuerda a tus pájaros de cobre
y a mis caricias lúbricas ocultas.
Mi vientre enamorado detecta tus pisadas
y tu aliento de bruma
en el álbum de fotos color sepia.
Mis dedos se deslizan por tu rostro
mientras un beso acuático decide
que tu lujuria es parte de mi plan.
Lo infinito conspira en el silencio
para ser dos espíritus descalzos
en murmullos de agua.
Suspiro sin el tiempo y observo las estrellas
que alumbran sin temor la Vía Láctea.
Ana Muela Sopeña
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8 comentarios:
Vía láctea, esa es la palabra, tus versos se suspenden allí.
Abrz.
Cuánta dulzura y sensualidad, Ana. Tienes un verbo elegante que transmite, y mucho.
Un beso.
La palabra, sobria y elegante, alcanza lo sublime y un dulce erotismo.
Felicitaciones.
Un abrazo.
Gracia, por tus palabras siempre en el momento oportuno.
Abrazos
Ramón, me encanta verte por aquí de nuevo.
Gracias, amigo poeta
Un beso
Tus palabras me llegan profundamente.
Un beso
Sensual, onírica, sublime...
Me ha gustado mucho tu poema.
Julie,
me encanta verte por aquí...
Un beso grande
Ana
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