miércoles, 28 de septiembre de 2011

EL GATO

*
El gato callejero me miró
entonces descubrí la inmensidad
del tiempo sin aristas.

Sus ojos eran verdes
como una amazonita de los sueños.
Su pelo
era blanco y canela.

Su soledad me hirió
y me llevó al abismo
de la desolación y del silencio.

De pronto percibí
que el gato estaba bien,
integrado en su mundo de abandono.

Entonces proseguí sin inmutarme
por la ruta de acero,
entre tubos de escape de los coches
y el brillo de la luna entre las nubes.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Julio Dìaz-Escamilla dijo...

Todos en nuestro hábitat y en no teniéndolo... refugiado en el interior.
Un abrazo.

Ana Muela Sopeña dijo...

Adoro a los gatos. Me fascinan.

Un abrazo