*
La ciudad nos envuelve con su música
en sus portales ebrios de deseo.
Caminamos sin rumbo
por calles y por plazas, hacia ninguna parte.
Tomamos té y café,
nos reímos de todo,
detenemos el tiempo entre la bruma.
Una llovizna cálida nos ama
y nos inunda en sombras sin relojes.
El autobús nocturno nos espera
y nuestra despedida se prolonga.
Estamos a dos metros solamente,
mas tú marcas mi número de móvil
y hablamos por teléfono un minuto.
El autobús arranca.
Miro por la ventana y allí sigues,
con tus ojos marinos...
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Es precioso, Ana.
La última estrofa, un encanto...
Besosdeotoño
Soco, me alegra que te guste...
Un beso
Ana
Delicado y bello, Ana. Un abrazo.
Leo
Leo, me alegra verte en mi espacio.
Un abrazo grande
Ana
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