martes, 29 de noviembre de 2011

COLECCIONES

*
Aquel hombre dormía
sobre colecciones de cerezas.

Coleccionaba sombras, flores,
segundos palpitantes
entre sístole y diástole
escondidos en muros que habitar.

Coleccionaba todo en su guarida:
esculturas, pinturas, fotos, luces,
figuras de papel, árboles fieros,
ánforas, lunas, mujeres y bonsais.

Coleccionaba todo en sus maletas,
en sus cuartos de hielo, en grutas y vagones.

Diccionarios de fuego entre palabras,
susurros en la noche, maderas de caoba,
instrumentos de viento y percusión.

Trípodes y tormentas de la tarde.

Coleccionaba ojos, pieles, gatos,
leonas y panteras, miel y cava.

Coleccionaba viajes y monedas,
sellos y mariposas.

Cuando cazaba insectos
los clavaba en su caja de cristal,
buscaba el nombre exacto de la especie
en la enciclopedia o en la web.

Todo se iba muriendo cada noche
en esas colecciones de lo oscuro,
donde ya ningún nombre era importante.

Todas las colecciones fallecían
en la mirada huidiza
de los mendigos tristes de la calle.

Todas las colecciones respiraban sin miedo
incompletas en márgenes de amianto,
en límites de mundos impensables.

La
vida
iba
girando
mientras amanecía en algún sitio,
más allá de la luz y de la sombra,
en lugares desnudos...


Ana Muela Sopeña

4 comentarios:

Leticia dijo...

Ana. Una postal de aquella parte del ser humano por su afán de pertenencer y trascender a través de objetos o personas... maravillosa prosa , hoy y siempre.
Mi cariño.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Leticia, por brindarme tus palabras tan positivas.

Un beso
Ana

Darío dijo...

Hermoso poema para tan hermoso coleccionista de bellezas.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, me alegra mucho que te haya gustado...