*
Somos un paraíso indescifrable
sin nombre entre las vigas de cemento.
Visitamos a veces,
con los ojos vendados,
esas habitaciones de lo oculto
con alfombras de besos y agonías.
En la nostalgia apátrida del alma
el amor nos concilia con la muerte
y escuchamos de nuevo en el gramófono
la melodía extraña y solitaria.
Somos una crisálida de niebla,
avanzamos desnudos contra el viento
con musgo que se adhiere
a las rocas que sueñan indefensas.
En el vientre de lodo
querubines de piedra nos amparan
en la zona abisal y peligrosa.
Somos el cuerpo lúdico del mundo
que busca el escenario de la huida
con la luz subterránea
de un animal de bruma en el silencio.
Ana Muela Sopeña
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