sábado, 26 de noviembre de 2011

MUJER EN PENUMBRA

*
La mujer en penumbra
deja rastros de arena
cuando pasa.

Danza
con las crisálidas
de bruma
y sueña que la luz
viaja con ella en tren hacia las nubes.

Sus cartas son violetas
y se afana en pulsar con su mirada
el brillo de cadencias imposibles.

Ella extrae las palabras de los cirros
y persigue a los ciervos en la noche,
para sembrar sin pánico
adjetivos en árboles de plata.

La mujer en penumbra
me apoya sin saber adónde voy
y me entretiene siempre
con las visiones dulces del crepúsculo.

Converso con su sombra
y en el espejo soy su otro lado,
pronunciando su nombre entre susurros.

La mujer en penumbra me sostiene
en los cambios telúricos del tiempo.
Mientras en trayectorias infinitas
los siglos se detienen
en las invocaciones a las diosas.

Soy su delirio híbrido de otoño
y ella es el espejismo que me impulsa
hacia el viaje en relámpago
que me desliza siempre hacia lo cuántico.

Me abandono en la nieve
al marasmo que invade los paisajes
y cristalizo en lunas y fragmentos
la belleza de un mundo inenarrable.

La mujer en penumbra es mi hermana de sombra
que dispone en su lienzo
de óleos fríos
los dibujos utópicos del alba.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Mercedes Ridocci dijo...

Muy hermoso este poema. La mujer en penumbra: sombra y musa.

Mercedes.

Ana Muela Sopeña dijo...

Me alegra, Mercedes que te guste.

Un beso
Ana