jueves, 3 de noviembre de 2011

UN VÓRTICE INFINITO

*
A Emily Dickinson

En tu mundo de seda, diminuto,
creaste con palabras otro mundo
para soñarte reina
en medio del silencio.

A través de las cartas y poemas
conformaste un palacio de misterio
donde el destino fue sólo un vehículo
para tejer un vórtice infinito
de Poesía Mayúscula.

Las moiras te obsequiaron
con vasos de alabastro
y tus lágrimas negras
se tornaron crisálidas de viento.

Al final de tu vida fuiste agua
derramando metáforas heridas,
mientras en el jardín de tu mutismo
las mariposas blancas
llenaron el hogar.

Al desnudar, sin máscaras, tu interior vulnerable
te abriste a la luz áurea del umbral...


Ana Muela Sopeña

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