*
La muerta asciende
por la boca de fuego de la piel
y persigue palabras imposibles
para limpiar despacio
la obsidiana.
Se duerme entre las sombras del espejo
donde un itinerario de silencio
la somete a tortura
y comienza a sentir casi sonámbula
síndrome de Estocolmo.
Ana Muela Sopeña
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