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A veces un adiós
se parece a la muerte.
Se entrelaza con lunas de papel
y se arroja con fuerza
por los acantilados de los lobos.
En la licantropía de la bruma
las palabras se tornan nubarrones
y se diluyen siempre
en las gotas de lluvia de un conjuro.
A veces un adiós
se parece al diablo más abyecto,
pero la sal libera a los espíritus
que salen de sus tumbas sin plegarias.
A veces un adiós
es sólo un hasta luego, pero nunca se sabe.
Las heridas no paran de sangrar,
pero el alma conoce sus lecciones
y sigue en el camino
aprendiendo hermandad en la llovizna,
en las grutas de lodo,
aunque todo parezca
absurdo
y sin sentido...
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Los poemas siempre cobran sentido cuando vencen la gravedad, y éste es sumamente ingrávido.
Un beso, Ana, y aprovecho para desearte felices fiestas!
Marian
Gracias, Marian, por venir.
Felices fiestas también para ti.
Un beso
Ana
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